Presencia en la soledad

Podía decirse que era el rey de la “belleza” con tan solo 18.
Ella siempre estaba ahí para ayudarlo, pero él siempre perteneció a alguien más.
Ella recorrió toda la ciudad para encontrarlo y golpear a su puerta. Casi vacía de esperanza, finalmente se animó. Apostó al amor y le rogó. Él se lo entregó, pero de alguna manera, ella quería más.
No le importaba gastar todos los días de su vida esperándolo en la esquina de su casa bajo la lluvia incesante. Buscando persistentemente al chico con la sonrisa rota, tanteando cualquier escusa para quedarse con él un rato más.
Él se hallaba bastante inquieto, y fue entonces que comenzó a indagar:
-¿Qué buscas en alguien como yo? Soy un ser horrible. Alguien que carece de sentido común, soy histérico, y nunca estoy seguro de lo que quiero. Además, físicamente soy horrible.
-Sólo busco hacerte sentir hermoso –dijo- y nunca entendí por qué piensas eso de ti mismo. Eres lo mas maravilloso que conocí- ella se limitó a sonreir y a mirar por la ventana hacia la ciudad empapada. No dudó un segundo más.- Tienes que entender que ya no importa tu inseguridad.
Él permaneció en silenció y la dejó continuar.
Suspiró y se decidió.
-No siempre son arcoiris y mariposas. Es el compromiso lo que nos mantiene caminando y dando vueltas en este mundo.
Ella lo conocía con todos sus detalles, esas cosas que lo hacían quien era, esa bella persona de la que se había enamorado. Ella lo sabía todo, esa máscara no significaba un impedimento. Ella lo percibió a través de sus 5 sentidos. De algún modo siempre lo supo, y no pensaba despedirse de él, aunque supiera que nunca le pertenecería.