lunes, 21 de noviembre de 2011

21/11, segunda parte

Hoy fue peor de lo que imaginaba. Anoche, soñé con vos. Como todas las noches desde aquel 9 de septiembre. SI, todas las noches. No sé en qué momento deja de ser una cosa linda para transformarse en una pesadilla que me persigue todos los días, incesantemente. Levantarse, todavía pensando y viviendo en la última imagen del sueño, es como una visión borrosa, y me veo a mi misma con vos al lado. Generalmente cuando me despierto es tarde, tengo que correr para llegar a la facultad y claramente, vos no estás ahí. A cada segundo, a cada minuto, el dolor y el vacío van comenzando a adueñarse de mi cuerpo… Ya es normal, no hay de qué preocuparse, me pasa todos los días. En el camino a la parada del colectivo prendo el mp4 y nunca sé qué escuchar, así de indecisa soy. Me subo al colectivo y busco un lugar cómodo y al compás de la música, pienso. Los demás pasajeros deben pensar: Qué tremenda cara de orto. But guess what? I don’t care. Distintos momentos memorables se me vienen a la cabeza, ah, eso, nunca falla. SIEMPRE son recuerdos. Recuerdos de un día cualquiera, recuerdos de algún día especial. Siempre hay algo que me recuerda hasta el más mínimo detalle de cualquier cosa y ahí empiezo a tejer una larga historia de recuerdos. A veces me detesto por tener tanta memoria asociativa.

Hoy me puse a pensar en un recuerdo en especial… Nuestra primera cita. Y todo por qué? Porque alguien me nombró “First Date” de Blink 182. Cómo asociamos eso a nuestra primera cita? Porque desde el momento en que me subí al 110 para ir a encontrarme con vos hasta que me bajé, escuché sin cesar esa canción. Qué lindo, no? Que una canción tan alegre me ponga tan triste hoy. I guess que cuando estaba ahí parada en el colectivo wearing mi buzo de Mickey, mi chupin y mis zapatillas rojas (dressed horriblemente) ni se me pasaba por la cabeza que todo esto iba a resultar así. Me bajé del colectivo y tenía el corazón en la garganta, lo recuerdo y siento las tan boludas mariposas en la panza. El momento en que te vi llegar a la esquina y esperar que el semáforo se pusiera en verde, sentí que me moría. Venías con los apuntes de matemática en la mano porque me ibas a explicar para la prueba de Martinuzzi. Te saludé, sentí tu olorcito y me enamoré. Escuché tu voz y me acuerdo que pensé “no puede existir nada más lindo que esto”. Sorprendentemente para un primer contacto, hablamos bastante hasta llegar al Mc Donald’s. Me dijiste que tenías hambre cuando yo solo pensaba comer un mcflurry, más vale que no tenía hambre, con los nervios que tenía…. Como no tenía más que 10 pesos para el helado, vos me pagaste un doble cuarto de libra… Fuimos a una mesa arriba y almorzamos. Luego, intentaste explicarme matemática pero.. como yo no cazaba una, terminamos haciéndonos dibujitos… jaja, obvio que todavía lo conservo. La siguiente decisión fue ir a Sacoa en el Paseo Alcorta a jugar a “Deal or no deal” qué capos, ganamos 200 tickets con los que compramos muchas golosinas. Después, compramos el tan deseado mcflurry y fuimos a tomarlo ahí, al club de amigos, sentados a un lado de la avenida Libertador, yo te miraba, deseándote.. Esperando que reacciones. Lo primero que se me ocurrió hacer fue mancharte con helado, pero no dio resultado. Tuvo que pasar como una hora más de charla para que finalmente ocurriera el tan tan esperado beso. Recuerdo haber sentido que lo había hecho horrible y que no me ibas a querer mas, pero no fue así. Después de un ratito, siendo ya las 7 y media de la tarde, emprendimos la retirada, abrazados, caminando por Scalabrini hacia la parada del 110. Me abrazabas fuerte porque hacía frio, y yo estaba inigualablemente felíz. Cuando vino el 110, me diste un beso, otro más, y ya sentía que no podía ser más feliz….

Qué mas quiero que recuperar esos momentos, qué más quiero que revivir todo ese día junto a vos. Una vez más… Quiero tenerte para mí, otro día, aunque sea… No puedo morir sin tenerte una vez más..

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